NAIROBI – A menos de 100 días de la 29 Conferencia de las Partes (COP29), el máximo órgano de decisión sobre cuestiones climáticas de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), la necesidad de soluciones creativas e innovadoras para proteger vidas y medios de subsistencia se vuelve extremadamente urgente.
El informe Estado del clima en África 2023 muestra que las seis subregiones africanas experimentaron un aumento de las tendencias de temperatura en las últimas seis décadas.
En África, 2023 fue uno de los tres años más cálidos en 124 años, lo que provocó una catástrofe climática sin precedentes. Las consecuencias son tales que no hay suficiente comida, se profundiza la pobreza, hay daños, desplazamientos y pérdida de vidas.
Pero donde muchos ven desafíos, también hay oportunidades.
“La acción climática es la mayor oportunidad económica de este siglo», dijo con gran convicción Simon Stiell, secretario ejecutivo de la CMNUCC, en su discurso ante la Conferencia Ministerial Africana sobre el Medio Ambiente, celebrada en la primera semana de septiembre en Abiyán, la capital de Costa de Marfil.
En particular, añadió, «puede y debe ser la mayor oportunidad para que África saque adelante a sus pueblos, comunidades y economías después de siglos de explotación y abandono”.
“La oportunidad es inmensa, pero también lo son los costos para las naciones africanas del calentamiento global descontrolado. El continente se ha estado calentando a un ritmo más rápido que el promedio mundial. Desde Argelia hasta Zambia, los desastres provocados por el clima están empeorando, infligiendo el mayor sufrimiento a quienes menos hicieron por provocarlos”, aseguró Stiell.
El informe sobre el clima, presentado conjuntamente por la Comisión Económica para África (Cepa) de las Naciones Unidas, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y la Comisión de la Unión Africana el 2 de septiembre», muestra la preocupante situación en que el cambio climático coloca al continente.
En el documento lanzado durante la 12 Conferencia sobre el Cambio Climático y el Desarrollo en África, se evidencia que el continente se ve desproporcionadamente afectada por las crisis climáticas, ya que el continente se está calentando a un ritmo ligeramente superior al promedio mundial.
El año 2023 fue el más cálido registrado en muchos países, entre ellos Malí, Marruecos, la República Unida de Tanzania y Uganda. El calentamiento ha sido más rápido en el norte de África, donde Marruecos ha experimentado la anomalía de temperatura más alta.
El informe indica que algunas partes de Marruecos, Argelia, Túnez, Nigeria, Camerún, Etiopía, Madagascar, Zambia, Angola y la República Democrática del Congo sufrieron una grave sequía en 2023.
Tras las graves sequías en el Gran Cuerno de África, tres países, entre ellos Kenia, Somalia y Etiopía, sufrieron inundaciones extensas y graves, con al menos 352 muertes y 2,4 millones de desplazados, según se informó.
En medio de las devastadoras pérdidas y daños de gran alcance, Stiell, quien también actúa como jefe de la agencia ONU Clima, enfatizó que en África, como en todas las regiones del Sur global, la crisis climática es un sumidero económico que absorbe el impulso del crecimiento económico.
De hecho, muchas naciones africanas están perdiendo hasta 5 % de su producto interno bruto (PIB) como resultado de los impactos climáticos. Son las naciones y los pueblos africanos quienes pagan el precio más alto por la crisis climática de efectos cada vez más evidentes, .
El informe sobre el estado del clima en África destaca que en el continente el cambio climático supone una carga adicional para los esfuerzos de alivio de la pobreza, lo que a su vez podría obstaculizar significativamente el crecimiento, muestra que muchos países están desviando “hasta 9 % de sus presupuestos a gastos no planificados para responder a fenómenos meteorológicos extremos».
«Para 2030, se estima que hasta 118 millones de personas extremadamente pobres (aquellas que viven con menos de 1,90 dólares diarios) estarán expuestas a sequías, inundaciones y calor extremo en África si no se ponen en marcha medidas de respuesta adecuadas”, añade.
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Poniéndolo en perspectiva, Stiell dijo: “Consideremos que la producción de alimentos se ve muy afectada, lo que contribuye al resurgimiento de la hambruna, al tiempo que aumenta los precios mundiales y, con ellos, la inflación y el costo de la vida».
Añadió que «la desertificación y la destrucción del hábitat están impulsando desplazamientos forzados de personas. Las cadenas de suministro ya se están viendo muy afectadas por los efectos del cambio climático en espiral”.
Además, advirtió que “sería totalmente incorrecto que cualquier líder mundial, especialmente en el Grupo de los 20, pensara: aunque es increíblemente triste, en última instancia no es mi problema».
«La realidad económica y política, en un mundo interdependiente, es que todos estamos juntos en esta crisis. Nos levantamos juntos o caemos juntos. Pero si las crisis climática y económica están interconectadas a nivel mundial, también lo están las soluciones”, remarcó la máxima autoridad climática de la ONU.
Solo en el África subsahariana, se estima que la adaptación al cambio climático costará entre 30 000 y 50 000 millones de dólares, lo que se traduce en 2 o 3 % del PIB regional por año durante la próxima década.
La última cumbre climática anual, la COP28, concluyó con el primer balance de la acción climática mundial, una revisión de mitad de período del progreso hacia el Acuerdo de París de 2015.
Mientras, la COP29 ha sido bautizada como la “COP de las finanzas”, una oportunidad para alinear las contribuciones financieras climáticas con las necesidades globales estimadas.
La COP29 que acogerá la capital de Azerbaiyán entre el 11 y el 22 de noviembre, también será una oportunidad para aprovechar los éxitos anteriores, especialmente después de una COP28 considerada por la CMNUCC como sumamente exitosa.
Ello porque los compromisos alcanzados incluyeron abandonar todos los combustibles fósiles de manera rápida pero justa; triplicar la energía renovable y duplicar la eficiencia energética; y pasar de responder a los impactos climáticos a una adaptación verdaderamente transformadora.
Si bien reconoció estos grandes compromisos, Stiell dijo que cumplirlos desbloqueará una mina de oro de beneficios humanos y económicos que incluyen energía más limpia, más confiable y asequible en toda África.
Más empleos, economías locales más fuertes, que apuntalan una mayor estabilidad y oportunidades, especialmente para las mujeres, aseguró.
Esa electrificación e iluminación nocturna en el hogar significa que los niños pueden hacer la tarea, lo que mejora los resultados educativos, con importantes ganancias de productividad que impulsan un crecimiento económico más fuerte.
“Cocinar con combustibles tradicionales emite gases de efecto invernadero aproximadamente equivalentes a los de la aviación o el transporte marítimo mundial. También contribuye a las muertes prematuras de tres millones de personas al año», dijo Stiell.
Detalló que «solucionar el problema en África costaría 4000 millones de dólares anuales, una inversión extraordinaria en cualquier caso”.
El máximo responsable del clima en la ONU remarcó además la necesidad de vincular las soluciones climáticas basadas en la naturaleza con la protección de la biodiversidad y la restauración de la tierra, ya que esto impulsará el progreso en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Sin embargo, reiteró, el enorme potencial de las naciones africanas para impulsar soluciones climáticas se está viendo frustrado por una epidemia de falta de inversión.
“De los más de 400 000 millones de dólares gastados en energía limpia el año pasado, solo 2600 millones se destinaron a países africanos», lamentó Stiell.
Por eso, remarcó, «la inversión en energía renovable en África debe multiplicarse por cinco para 2030».
«La COP29 en Bakú debe demostrar que la crisis climática es una cuestión central para todos los gobiernos, con soluciones financieras que la acompañen”, planteó.
A juicio de Stiell, «es hora de dar vuelta la situación».
«De los posibles puntos de inflexión climáticos a los cambios exponenciales en los negocios, la inversión y el crecimiento. Cambios que fortalecerán aún más el liderazgo climático de los países africanos y su papel vital en las soluciones climáticas globales, en todos los frentes», adujo.
Con ese fin, concluyó, «el papel de los delegados africanos en la COP29 y sus voces en el período previo, son más importantes que nunca, para ayudar a guiar nuestro proceso hacia los resultados más ambiciosos que todo el mundo necesita”.
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