---Jamir---
Aquí regresemos un poco el tiempo, más o menos como a las nueve de la mañana.
Los rayos del sol, estaban entrando por aquella ventana de la habitación donde dos dormían plácidamente.
Provoco que la luz molestará el rostro de uno de ellos, que tratando de ocultarse de ese intruso, se acurruco más cerca con quien compartía la cama.
Provocando que el otro sintiera ese movimiento y comenzara a despertar poco a poco, encontrando en su pecho a la persona que acaba de amar toda la noche y lo seguiría haciendo siempre.
Virgo, al abrir sus azules ojos, miro como Aries se encontraba acurrucado a su pecho, posando su cabeza en el suavemente, aquello provocando un vuelto en su corazón, lo miraba como lo que era el ser que más amaba.
Lo abrazo con fuerza, atrayéndolo más a él, si es que era posible, ambos estando desnudos, aun así de alguna forma desconocida hasta el momento por solo estar cautivado por la belleza de su ahora pareja, tenían una ligera sabana cubriendo la parte baja de ambos.
Recordando lo que habían hecho la noche anterior, una sonrisa pícara se dibujó en sus labios, mirando con atención el cuerpo del pelilila, el cual presentaba ciertas marcas de mordidas en hombros, algunos chupetones en su pecho y si no fuera por la tela blanca cubriéndole en las piernas también pudiera contemplar como hizo en él muchas marcas.
Sin embargo el rubio no se quedaba atrás, en su hombro aunque no lo notara, tenía también marcas de dientes que dejo Aries al momento de la entrega mutua.
Ni en sus sueños más locos, imagino que lo tendría así, a su merced, siendo aceptado por aquel que le robo el corazón y sobre todo volver donde todo comenzó, con ese pequeño beso.
Recordó en un segundo que habían dejado la misión de largo, su rostro se sorprendió un poco, pues fue más importante para ambos su amor, que su deber, aunque realmente no le daban mucha importancia, verlo era lo único que quería siempre.
Sin embargo, algunos movimientos leves, comenzaron a provocar que despertara de los brazos de Morfeo o más bien de los de Virgo.
-Mmm- Unos leves quejidos se escucharon de los labios de Aries, apretando u poco los ojos, moviendo su cabeza.
-Buenos días Mu- Los ojos azules se posaron en el rostro del mencionado. El cual voltio al escuchar ese llamado.
-¿Shaka?- Se sorprendió de verlo, por un instante creyó que todo fue un sueño, pero no lo fue, aún estaba junto a él.
-¿Dormiste bien?- Apoyándose en su codo derecho y colocando su rostro en este, para acercarse al Lemuriano y darle un beso en sus labios.
El sonrojo en las mejillas del pelilila se hicieron notal, por aquella leve acción de su ahora pareja.
-Si…- Bajo su mirada levemente –Y ¿Tu?- Pregunto por inercia nervioso.
-Realmente bien, porque despierto y te veo a ti- Su mirada se centró en Aries de nueva cuenta, verlo así era una delicia.
-Shaka… Te amo mucho- Ahora era el quien trataba de decir algo, aunque la pena se le veía en su rostro.
En su mente aquella noche fue asombrosa, se encontró a Virgo, y este a él, pero nunca creyó que pasara tan rápido… Aun creía y temía que fuera un sueño, pero las manos del rubio le confirmaban que era una verdad.
-Mu, gracias… Por amarme- Sus labios reclamaron los de Aries nuevamente.
Ambos unidos en besos profundizándolos con necesidad, el atraerse con el cuerpo se volvió requerimiento pleno, aun estando en su completa anatomía, se dejaban llevar.
El rubio de nuevo aprisiono al dulce Lemuriano contra la cama, para seguir su labor de besos y caricias, pero no tenía pensando en hacer el amor de nuevo. Solo quería esa cercanía, un poco más, antes de volver a la realidad que les esperaba por abandonar la misión.
---Llegando a Santorini---
Por desgracia y bendición para cada uno, habían sentido la noche anterior como los cosmos de sus dos compañeros de misión se habían desaparecido sin dejar rastro.
Ambos entendían lo que significaba aquello, pero lamentablemente para un, rompió sin más su corazón.
Sagitario no dijo nada durante todo ese tiempo, no tenía palabras suficiente para tratar de aliviar el sufrimiento de Géminis, lo comprendía, pues el llevaba mucho también sintiendo la agonía de que tu ser amado este con otro o pensando en un amor que no se podrá dar.
-Mira Saga- Señalando hacia delante –Estamos en Santorini- Trato de darle una sonrisa.
-Muy bien- Dijo mantenido su mirada clavada en el suelo.
De nuevo un silencio muerto de nuevo entre ambos.
Cruzo sus brazos un momento al ver la tranquilidad de la ciudad y los alrededores no notando ningún cosmos enemigo.
-Qué raro… Parece que todo está bien aquí- Poso su mentón sobre su puño, para pensar en esto.
Suspiro cansado, no había sido capaz de dormir en toda la noche, su mente estaba lejos tratando de alguna manera alcanzar al amor que ayer él se dio cuenta que no merecía.
-Deberíamos ir a inspeccionar, para estar seguros ¿No crees?- Esa dulce sonrisa en los labios de Aioros, queriendo trasmitir algo de tranquilidad.
Niega levemente con ayuda de su cabeza –No encontraremos nada- Dijo serio, dando la media vuelta, para regresar al santuario.
-Saga, espera no podemos hacer eso y dejar la misión así- Lo tomo del hombro, para girarlo.
-¿Por qué no? Ellos sí pudieron hacerlo ¿Por qué yo no puedo?- Decir aquello le calaba en el fondo de su alma, desviando un poco su mirada, plasmando el enojo que sentía, pero la tristeza era más grande.
-Saga…- Solo pudo musitar aquello levemente.
-Aioros… Aquí no pasa nada, esta misión no fue real- Su voz se escuchaba quebrarse, había comprendido algo que los demás ignoraban –Fue una farsa-
Lo soltó del agarre, pues no se había dado cuenta que aún lo tenía, mostrando una mirada de sorpresa. –Saga, no creo que nuestra la Diosa Atena, se preste para eso, mucho menos el patriarca y…-
Suspiro, apretando sus labios y reteniendo sus lágrimas –Nadie me quiere junto a él… No puedo comprobarlo, pero lo siento así.
Paso un poco de saliva, se le dificultaba aquella acción, un nudo en la garganta era poco con lo que estaba sintiendo, le dolía verlo así. Sabía que pronto rompería a llorar débilmente, pero no podía hacer nada.
-Aioros… Yo preferiría volver solo al Santuario, quédate o has lo que quieras- Esa voz estaba quebrándose, posiblemente las lágrimas ya estuvieran presentes, más el peli azul no lo dejaría notar.
Al decir aquello, Saga prosiguió a alejarse de Sagitario con paso lento, cabeza baja, no mostrando la tristeza del amor que nunca podrá ser y que al fin de cuentas todo conspiraba en su contra.
¿Lo volvería a dejar ir?
Desde que entendía sus sentimientos por Géminis, los ha ocultado porque conocía lo que sentía por Aries, callo siempre, a su lado para apoyarlo en lo que fuera, antes de aquel asesinato al pontífice, después de la muerte, quiso seguir su amistad aunque sabía que este provocó su caída, no le dio importancia.
Sería feliz sufriendo en silencio mientras miraba ser feliz a quien amaba con otro, mas ahora… Esa persona estaba quebrada por completó, el amor no correspondido le paso factura, con acciones que nunca debió realizar y palabras que jamás se debieron pronunciar.
Pero el pasado, no se puede hacer nada por ese hecho, solo aprender de él o quedarte quieto y dejar que la vida pase.
Es solo tu decisión.
Mas esta vez parecía que las cosas cambiarían, si su voluntad era más fuerte que sus pequeñas mortificaciones, solo una acción salvaría todo ello.
-¡¡¡SAGA!!!- Lanzo aquel grito, para llamar al tercer guardián de la orden dorada.
Mas no se detendrían a tener respuesta alguna, apenas si se debutó el otro, cuando Aioros se abalanzó sobre él, para darle un abrazo por detrás, sujetándolo con fuerza de la cintura, sus manos descansando en el estómago contrario.
Aun siendo de estaturas similares, se notaba al castaño sujetándolo con fuerza notándose un poco más alto, posando su cara en el cabello del contrario.
-¿Aioros?- Llamo, algo atónito, pero aun sus lágrimas brotando de sus ojos Viridian.
Para el ese abrazo podría significar compasión que su amigo sintió hacia él, pero no era el caso.
-Si quieres llorar, hazlo… Está bien no te mirare, pero no te volveré a dejar solo- Fueron las calidez palabras que aquel Griego le profesaba al peli azul.
Negó con la cabeza, quería zafarse de ese agarre, ¿Por qué Sagitario no entendía que quería estar solo?
Sus intentos fueron inútiles, aunque puso resistencia, tratando de jalar aquellas manos fuera de su cuerpo, era imposible, ese hombre también sufría en silencio, no quería separarse de él.
Apretó sus puños y su mandíbula, ya no tenía más fuerzas para luchar, no por ahora.
Dejo escapar sus lágrimas en silencio, estando abrazado por Aioros, nada lo haría sentir mejor, si se desahogar mas tal vez podría aclarar su mente, pero aun ese cuestionamiento.
¿Por qué los Dioses se empeñaron en alejarlos?
Mas nunca fue suyo, jamás lo fue, siempre le perteneció a Virgo y eso era lo que más le dolía.
Estando en su propio dolor, en su agonía interna, nunca ni un solo segundo se detuvo en pensar o más bien en enfocarse mas en el castaño, pues este también aprovecho para derramar su tristeza de manera discreta, lo tenía con él, estaba entre sus brazos, lo sentía como un sueño, que Saga estuviera allí, más lo sentía tan lejano.
El dolor por esa ocasión los estaba unciendo, tal vez no de la forma que uno deseaba, pero ayudaba mutuamente el poder desahogar la pena y dolor, sin ser juzgados.
Las cosas funcionan extraño, pero la vida es así de caprichosa cuando te desea devolver algo que te quito.
Era su turno de sentir aquello.
Primero fue el peli azul, sintió esa punzada fuerte en su cabeza, provocándole que se dejara caer de rodillas, parecía realmente fuerte aquel dolor siniestro.
Sus recuerdos brotaban en su mente como un gran océano de imágenes dispersas, desordenados, mostraba el momento que entendí con anterioridad que Mu jamás le podría corresponder, había ya sufrido ese dolor, en las tierras heladas de Asgard.
Pero aquello no fue lo único que recordó de golpe, las batallas igual, todo lo ocurrido, mas en un punto de detuvo, fue el momento exacto en que el castaño que aún lo sujetaba con fuerza, pero mostraba preocupación por no comprender que ocurría con Géminis.
El momento exacto en que Sagitario, le confeso sus sentimientos, más la respuesta fue algo diferente a lo que se esperaba.
Todo cayo en cuentas rápidamente, abrió sus ojos mostrando angustia, el brillo distinto en su iris, pero rápidamente se apartó de Aioros, no le importó poner toda su fuerza en ello, para estar lejos.
Pero para buena o mala fortuna de Sagitario, no pudo poner resistencia en ello, pues él también lo experimentaba, recordando todo al pie de la letra, mas no fue tanto el dolor, algo en su interior parecía comprender mejor la situación, aunque no fuera lo que esperaba, decirle sus sentimientos fue lo mejor que pudo hacer.
Al terminar él fue el que abrió sus ojos, el destello presente, buscaba con la mirada al peli azul, que se encontraba a una buena distancia.
Quiso decir alguna palabra, pero ahora el mostraba una gran pena y sonrojo en sus mejillas, comprendió con sus ojos que el también recordó aquellas momerías perdidas.
-Saga… Yo…- Quería entender que hacer ahora.
-Aioros- Llamo con su voz firme, y algo preocupado -¿Por qué no recordábamos lo que paso en Asgard?- Fue lo único que quiso preguntar.
Era obvio, el aquel momento en las tierras frías, cuando escucho lo que sentía Aioros por él, solo le dijo la verdad que ya sabia y tuvo que rechazarlo, más le pidió que siguieran siendo amigos.
Eso ambos podían recordarlo… Las cosas estarían algo incomoda entre ambos.
-No… No lo sé…- Se levantó para estar al igual que Géminis –Creo que regresare al santuario… Para… Lograr comprenderlo…-
Asiente levemente –Tienes razón… Sería mejor volver- Lo observo atento, pero no podía sostenerle la mirada por mucho tiempo.
-¡¡¡¿QUIERES VOLVER CONMIGO AL SANTUARIO?!!!- Exclamo aquello con gran fuerza y alegría, sentía realmente una felicidad enorme.
-¿Qué?- Se sorprendió por esa reacción –No, yo me refiera a que… Debemos… Hacerlo para… Saber que paso con nuestras memorias- Le dijo aun retrocediendo, lejos del cupido.
Sonrió nervioso, estaba actuando de verdad como un adolescente emocionado por que quien ama, quiera volver a casa a su lado –Si… Lo siento… Yo…-
-Solo vámonos Sagitario- Dijo serio de nueva cuenta. Caminando de regreso.
Sería una caminata larga y muy incómoda, por lo menos esto había hecho que Géminis olvidara un poco su dolor que la realidad le causo.
Aquí el dolor fue lo que logro devolver sus recuerdos, el de perder a alguien importante, pero que no tuviera un final feliz para ambas partes, igual como en Asgard las cosas solo necesitaban ser como antes para lograr un milagro.
No era lo mejor, tampoco lo peor, pero si lo necesario.
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