Katsuki se sintió un poco ofendido por su acción de no darle atención e irse. —No creas que escaparás— hablo por lo bajo antes de caminar al lado de él. De nada servía que Izuku intentará alejarse o caminar más rápido porque el demonio no tenía intenciones de irse, no por ahora. —Sinceramente, no entiendo por qué tú quieres estar con los humanos. De un demonio es comprensible.
—Solo queremos encontrar algo de diversión. Si me entiendes, ¿no?— al no haber alguna respuesta le molesto un poco, pero aún seguiría. —No es porque te enamoraras de un humano o en ese caso te desterrarían del cielo… al menos que lo estés protegiendo— por un momento llego a notar un pequeño gesto que hizo con la boca.
—Así que es así, ¿pero por qué un angelito tan poderoso como tú está aquí en la tierra cuando puedes cuidarlo allá en el cielo? Oh, ya veo, es demasiado importante para… ti— tuvo que detenerse cuando el filo de una espada estaba cerca de su cuello.
—No sé qué intenciones tengas, pero te quiero lejos de mí—. Al ver la mirada seria del peliverde no pudo evitar reír.
—Eso no va a pasar ¿Y sabes por qué?— dejo que creciera la uña de su dedo índice para convertirse en garra, con la cual toco sobre el filo para alejar la espada, solo para que no llegara a tocar su piel o sentiría que se quema si llega a cortarlo levemente y si así fuera tardaría en sanar. —Porque contigo sé que me voy a divertir bastante.
El color de sus ojos se intensificó por un instante, aunque en el peliverde no le causo nada, solo hizo que desapareciera su espada antes de seguir caminando—. Iniciemos con esto—. Katsuki ya sabía un punto débil del ángel, por lo que solo tenía que saber quién era aquel humano que tanto está protegiendo.
Durante medio día el rubio no se apartó de su lado ni una sola vez, provocando que se sintiera enojado. Cada que se topaba con una persona fingía alegría al saludarla y si esta se iba Katsuki preguntaba que si era el humano que tanto le importaba.
Solo se quedó callado sin decir si era cierto o no. Lo que en verdad temía es que Inko apareciera de pronto, causando que el demonio se diera cuenta de que se trataba de ella. Mientras ayudaba a recoger cultivos, el rubio se dedicó a observarlo. A los únicos que causaba incomodidad con su presencia era a los campesinos por alguna extraña razón.
E incluso los animales que llevaban se reusaban a pasar por ahí—. No creí que esto sería tan aburrido— dejo salir un gran suspiro.
—Oye, ¿quién eres tú?—. Al escuchar aquella voz a su lado dirigió su mirada hacia allí, encontrándose con la peliverde, quien lo veía con curiosidad. —Nunca te había visto por aquí.
—Solo soy alguien—. Ella no estaba muy convencida por su respuesta.
—¿Y qué haces aquí “alguien”?—. No iba a negar que le parecieron graciosas sus palabras, que no pudo evitar sonreír.
—Acompaño a un angelito—. Inko no llego a comprender sus palabras. —Pero es muy cuidadoso con lo que hace— dejo de verla por un segundo para ver hacia el peliverde que seguía haciendo su labor. “¿Y qué tal sí…?”. —Oye hmm… niña, ¿lo conoces a él?— señalo hacia donde se encontraba Izuku.
La peliverde inmediatamente vio hacia donde señalaba haciendo que llegara a sonreír con alegría. —Por supuesto que lo conozco. Izuku es un gran amigo mío.
—Oh, ¿en serio?—. Inko asintió. —¿Y desde cuándo se conocen?
—Desde que tengo memoria y por cierto, ¿por qué el interés?— ahora comenzaba a desconfiar la manera en que hacía ese tipo de preguntas.
—Digamos que tengo interés en que él y yo seamos buenos amigos— incluso le mostró un rostro gentil para que confiara en lo que decía. Ella lo observó por unos instantes sin confiar del todo en aquellas palabras. Katsuki no esperaba que el convencerla le llevaría demasiado tiempo. Se supone que es un demonio, ¿cómo no puede engañar a una niña tan fácilmente?
—Pues espero que estés diciendo la verdad— dejo de verlo para ir hacia donde se encontraba el peliverde.
—Maldición, esta humana es lista— hablo una vez que estaba lejos de él. —Solo espero que tú seas a quien protege y eso me ahorrara el tener que estar buscando entre los demás, pero primero voy a utilizar otros métodos—. Quería probar hasta donde Izuku soportaría y ver qué puede corromperlo con sus acciones.
Si por pura casualidad nada de eso funciona, entonces sí utilizaría, en este caso, a la peliverde para lograr su cometido.
—Izuku ¿Me podrías ayudar en algo?—. Al escuchar la voz de Inko se alarmó. Alzando la mirada llego a verla por un instante antes de buscar al rubio.
Dio un suspiro de alivio al ver que esté estaba recostado sobre el pasto, al parecer aparentaba estar dormido. —¿No deberías de estar aquí?— de vez en cuando dirigía la mirada hacia Katsuki esperando que no llegara a verlo.
—Pero necesitó que me ayudes, nadie más que tú puede—. Antes de decirle que no podía llego a ver su mirada causando que no pudiera negarse.
—Esta bien, te ayudo— sin tener opción, comenzó a seguirla evitando a toda costa intentar pasar donde el rubio se encontraba, aunque este al sentir que la presencia del peliverde se alejaba, se levantó para seguirlos con cautela.
Para lo que pidió ayuda fue para que bajara algunos frutos y así pudiera llevarlos a su madre, porque una vez el peliverde la regaño al encontrarla arriba de una silla para intentar alcanzar la fruta. No quería que se cayera y se lastimara, así que desde entonces Izuku le dijo que lo buscara para ayudarle con eso, aun si estaba demasiado ocupado vendría a ayudarla para lo que fuera.
Al tener toda la fruta se despidió del peliverde para ir directo a su casa. —¿No estabas ayudando a esos humanos, hace rato?—. Se asustó cuando escucho la voz de Katsuki detrás de él. No se explicaba el cómo es que pudo encontrarlo.
—¿Cuándo llegaste?— se dio media vuelta para verlo. Solo esperaba que no lo haya visto ayudando a la peliverde.
—Hace un segundo— alzo su mano y con un ligero movimiento en esta apareció una manzana, la cual tendió frente a Izuku. —¿Quieres?—. De inmediato el peliverde aparto la fruta con su mano provocando que esta cayera al suelo.
—Jamás voy a aceptar algo de ti— lo vio con seriedad antes de marcharse. Por ningún motivo iba a aceptar nada que venga de un demonio porque eso seguramente lo iba a condenar y eso lo tenía muy en claro.
—Pero lo harás algún día, de eso estoy seguro— se tomó su tiempo antes de seguir de nuevo a Izuku. No iba a ser tan fácil que se rindiera cuando ya se había propuesto a corromperlo, pero debía de admitir que el ángel no se lo está dejando nada sencillo.
Seguramente cualquier ángel de un rango inferior caería ante sus engaños en pocas horas, aunque era un desafío con el peliverde y era algo que le estaba gustando porque no quería que fuera tan sencillo, quería un gran reto para así demostrar que nadie puede ganarle.
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