Fue una tarde de invierno. Después de un par de semanas chupándosela y pajeando a mi tío mientras él olía mis calzones sucios en brevísimos espacios de tiempo y en lugares tan incómodos como el auto, ocurrió que mis padres y mi tía tuvieron que salir de la ciudad por trabajo. Esa tarde llegué a mi casa (que, recuerden estaba separada de la casa de mis tíos por el patio y que mis padres habían puesto una puerta para poder pasar de un lado a otro sin salir a la calle) y me encontré con una nota en mi cama: “Cuando llegues del colegio ve a la casa”. Así lo hice, obediente con el hombre que me cal Read more